miércoles, 15 de febrero de 2012

Lo que odio de los feriados (Revista SH de febrero 2012)

Bueno, ¿pero quién puede ser tan cretino de odiar un feriado? Alguien que diga semejante cosa entra instantáneamente al ostracismo de los odiadores de mascotas y niños. Y sin embargo los hay: los free lance, que deben contemplar de reojo el júbilo de los oficinistas; los camareros, que se ganarán alguna propina extra pero sufren la fiesta ajena y la sobrecarga laboral; los empresarios, claro, a quienes ya bastante indignación les causa tener que pagar ese invento llamado “salario”. Y los escritores de cartas a La Nación, convencidos de que Argentina sería igual a Suiza si se derogaran vacaciones, asuetos y domingos y se resucitara a Bartolomé Mitre para gobernar el país.

Quien esto escribe, trabajador en blanco, oficinista, asalariado y semi-progre, no debería tener motivos para sumarse a estos equipos. Claro que me gustan los feriados. Estoy de acuerdo con agregar feriados, con el derecho a descanso del trabajador y blablablá. He dirigido una campaña na-cio-nal para inventar un feriado en Noviembre, ese mes interminable, algo que la Presidenta terminó haciendo y que considero un triunfo personal.

Pero no puedo jurar que la Institución feriado sea un lecho de rosas. O mejor dicho, es un lecho de rosas a las que un colchonero descuidado olvidó quitarles las espinas.

En la Edad Media existía Alamut, la Secta de los Asesinos. Jóvenes aldeanos de las colinas iraníes eran drogados y llevados a un jardín lleno de hermosas danzarinas y fuentes de las que manaba vino; los líderes de la secta les explicaban que habían muerto y estaban en el jardín de Alá. Luego, volvían a drogarlos y los llevaban lejos de allí, explicándoles que si obedecían ciegamente las órdenes de esta mafia medieval, al morir volverían al Paraíso que habían visitado. Los nuevos sicarios, entonces, no vacilaban en asesinar a quien fuere y a hacerse matar con tranquilidad.

Bueno, eso más o menos es lo que siento por los feriados. No la parte de hacerme matar. Eso lo haría gratis. Me refiero a esta horrible sensación de ser expuesto a un paraíso artificial y luego arrebatado. Cuando se acerca el feriado, la fantasía es que es una especie de vacación; pero ya sabemos que un día de descanso es lo mismo que nada: Pasamos la mitad del día –en el caso de que nos levantemos antes de las dos de la tarde- aflojando el stress laboral y la otra mitad angustiados por el nuevo día que se avecina. ¿Cuánto dura, entonces, la sensación de festividad? En el mejor de los casos unos veinticinco minutos, en la mitad del sándwich de angustias, donde nos autoconvencemos –con mucho esfuerzo y argumentos sofistas- de lo bien que la estamos pasando.

No, el feriado tiene mucho de tortura psicológica, manipulación capitalista y mentira colectiva. Como yapa, si no “aprovechamos” el feriado nos sentimos unos completos imbéciles. “¡Ooooh, se pasó el feriado y no he practicado Surf en las playas de Indonesia o quebrado la banca de los casinos de Montecarlo!”

Se intenta suavizar este flagelo pasando los feriados a los lunes o incorporando la saludable institución del “Día Puente”, pero son migajas insignificantes: rocío en el océano. Un feriado de verdad debería durar por lo menos 45 días. Se me dirá que ni siquiera las vacaciones duran tanto, y contestaré que una vacación de menos de seis meses es una especie de chiste. Pero no quiero ir a ese tema porque nos quedamos hasta mañana.

Esta condición de paraíso artificial y mezquino es la menor de las taras congénitas del feriado: Hay otra, que tiene su origen en los rincones más oscuros del Alma humana y que es completamente insoluble: Me refiero a que en los feriados no hay nada para hacer. Bueno, hay bares, cines y shoppings, pero la vida no son bares, cines y shoppings. No hay museos. No hay teatros municipales. Si quiero recorrer librerías, no hay. Cierran. O casas de instrumentos musicales. No, no soy músico, y habiutualmente no recorro casas de instrumentos musicales. No sabría qué hacer si lo hiciera. No es ese el punto (tampoco suelo ir a museos ni teatros municipales, no es ese el punto, no es ese el punto). Y tampoco hay oficinistas apurados y bancarios con el ceño fruncido de quienes ir a burlarse en bermuda y ojotas, con una bolsa de papas fritas. ¡Porque ellos también tienen feriado!

Y sé que esto es un deseo miserable, pero también parte de la naturaleza humana –o por lo menos de MI naturaleza humana, que soy tan Humano como el que más, a pesar de las acusaciones en contra al respecto: ¿De qué sirve un feriado si todo el mundo lo tiene?

¿Acaso cuando nos vamos de viaje no es una de las experiencias más enriquecedoras “recorrer las calles y ver a la gente en su vida diaria, real, cómo vive, transpira y trabaja”? ¿No es ese uno de los lugares comunes más estimulantes de las guías de viaje para trotamundos imberbes, esas guías que nos aconsejan alejarnos de Clubs Meds, resorts y Disneylandias?

Bueno, ahí está: un feriado es una especie de Club Med. Todo el mundo en la pavada y el abotargamiento. ¡Yo quiero –durante el feriado- vivir el día a día de la gente! ¡Sentarme en una mesa, acompañado de una cerveza helada y contemplar al obrero, al cadete, al enfermero en su trajín y sufrimiento diario! ¡ESO es enriquecedor! Ni hablar de primeros de mayos o de eneros –llamémosles “Super Feriados”- donde la ciudad se parece al mundo de Mad Max, o a Pergamino. Persianas bajas y silencio mortecino absoluto, interrumpido por algún perro con resaca. Vacaciones en el cementerio, ¡gracias, derechos del Trabajador, por escenografiar el mundo que vemos en nuestras pesadillas cinematográficas!

Seamos claros: No queremos feriados. Queremos vacaciones (seis meses mínimo, anoten esto y recuerden que soy el hombre que predijo el feriado de noviembre), o hacernos la rata. Por eso, los feriados deberían ser individuales: A principio de año, se hace un sorteo, y a éste le toca el 4 de mayo, al otro el 25 de agosto, a aquel el 9 de septiembre… Hasta podés tener suerte y te tocan todos juntos: Una semanita más de vacaciones.

Y adiós el robo a mano armada de la “Temporada Alta”.


(Ilustración de Ariel Escalante)

7 comentarios:

Herman G. Dolder dijo...

Excelente.

Acá te dan el día de tu cumpleaños, que cumple en gran parte con lo del "feriado individual". Además, tiene la yapa de que todos se enteran de que fue tu cumpleaños...

Aparte, como soy donante de sangre tengo cuatro días libres más en el año (a cambio de una bicoca de dos litros de mi ser).

Antonio dijo...

Entonces, segùn entiendo, hay gente que ha logrado esto de los "feriados de 45 dìas".

Los que tienen plata.

El dueño de la empresa donde trabajo se va a Europa, o el Caribe, una vez cada tres meses, por unos treinta dìas.

La verdad que estarìa bueno vivir asì.

Como pronosticaste el feriado de Noviembre, te voy a creer y esperanzarme y todo eso asì, con conejitos y chocolate y postales de San Valentin.

Saludos

Bigote Falso dijo...

Vale la pena destacar en dos imágenes:

Ir en bermudas y ojotas, y comiendo papas fritas, a burlarse a los oficinistas y que los primeros de mayo y enero la ciudad se parece al mundo de Mad Max o Pergamino.

¡Grandes imágenes!

Marco Mustapic dijo...

Un pequeño detalle: Alamut no era el nombre de la secta, sino el de la fortaleza en la que vivían sus miembros.

Chasquibum dijo...

jajajaaaaaaaaa!!! (mencantó el "noteimpacientésbotonazo")

Doctor Kaos dijo...

Sos un genio, Podeti. Hace mucho que no te lo decía.

Eso nada más. Vuelvo a mi silencio.

Sil dijo...

Donde trabajo nuestro "feriado individual" es el día del trabajador metal-mecánico. Este año se juntó con los dos días de carnaval, más no sé qué feriado de la bandera, tuve una semanita extra de vacaciones.