domingo, 12 de mayo de 2013

El Cartoonero: Sambo, el Gorila Hombre, y el celo de los aficionados (Fierro 79)

Se cumplen este junio cincuenta años de la aparición de Sambo, Man-Gorilla, del Maestro Brian T. Drake. Su status de personaje de tercera línea de la DC no empequeñece su condición de clásico. Por eso es que aún hoy, mientras otros personajes han pasado por catástrofes, muertes y renacimientos, Drake continúa al frente de la serie, acompañada por un número importante de fieles aficionados. ¡Larga vida a Sambo!

El gorila que debido a un hechizo hudu (la magia negra de New Orleans) se transforma en humano de agilidad y fuerza prodigiosa ha vivido todo lo que puede vivir un superhéroe, y más: ha viajado a Marte, se ha casado y enviudado y hasta ha protagonizado más de un team-up con las grandes estrellas de la editorial (Superman, Batman y el Detective Marciano incluidos), pero siempre ha mantenido un dramatismo y una coherencia interna que lo destacan de entre sus congéneres.

Es cierto que a partir de los 90, tal vez por el manoseo de algunos guionistas (a partir del n° 688, el yerno de Drake, Milton Hernández. se hizo cargo del storyline de la serie) los más fanáticos descubrieron algunas pequeñas inconsistencias: Por ejemplo, en el n° 722, Sambo (en su forma humana) se pone una corbata amarilla, a pesar de que en el n°422 (“La Bruja de Brixton”) había comentado que por nada del mundo se pondría algo de ese color, por considerarlo “jinxed” (“yeta”). A este respecto, justamente, recuerdo haber enviado una carta a DC señalando este pequeño lapsus, que me fue contestado con amabilidad por el propio Drake de puño y letra (incluso con un dibujo autografiado del heroico gorila, que atesoro entre los papeles más preciados de mi colección).

No sé si por gratitud mi afición por el personaje se acrecentó; por eso mismo es que no pude dejar pasar otro lamentable error (en el n° 425), relacionado con la cantidad de veces que Sambo decía haber viajado al Polo Norte (“seis” en lugar de “catorce”). Ya en la era de Internet, escribí un par de mails al maestro Drake, que me contestó un poco desconcertado al principio (supongo que por efectos de la edad) y luego con una seca derivación a su yerno. Éste se mostró algo reacio a contestarme (por lo que me vi obligado a enviarle unos siete u ocho correos más) y finalmente me agradecía por la observación, aunque no le parecía un detalle importante.

Creo que es este tipo de descuidos los que no permiten que la historieta sea considerada una de las bellas artes. Como críticos, pero sobre todo lectores, tenemos EL DEBER de estimular a nuestros autores a que den lo mejor de sí.

Es por eso que a comencé a mantener una fluida comunicación con Hernández, al que enviaba quincenalmente una lista de los errores, inconsistencias, deshonestidades intelectuales e incluso problemas en la trama (y en el dibujo, por lo que también copiaba en mis mails al maestro). Reconozco que tal vez por esta misma cotidianeidad usaba a veces algunas expresiones demasiado familiares para juzgar su trabajo; el hecho es que después de un par de meses, en los que la “politeness” tan cara a los norteamericanos empezó a contaminarse de un indisimulado fastidio, sentí que la fluidez comenzó a ser unilateral. Ni Hernández ni Drake contestaban ya mis mails, y luego directamente lo hacían con groserías que no estaban a la altura de lo que se espera de un artista consagrado.

De nada sirvió que interviniera en cuanto foro, blog, cuestionario online o Facebooks de ambos autores para aportar mis críticas constructivas: Drake hasta me amenazó con “viajar hasta ese agujero latinoamericano donde vivís y sacarte las tripas a patadas en el culo” por una observación sobre una palmera medio mal dibujada. Ni siquiera tuvo la amabilidad de comentar el boceto que le envié para un posible rediseño del personaje (adjuntado en la nota).

La peor muestra de intolerancia a la crítica ocurrió en el 2008, cuando se homenajeó en San Diego al personaje por sus 45 años. A pesar del esfuerzo que hice en costearme hasta y molestarme en hacer una payasada disfrazado de gorila (festejada por los propios autores, que entre risas me hicieron subir al escenario), no tuvieron una actitud muy agradable cuando me quité la máscara, me presenté y les pregunté por qué en el último número, en la viñeta 7 de la página 10, Sambo parecía sufrir de estrabismo.

Aún tengo problemas para mover el brazo izquierdo y entiendo que Drake y Hernández no pueden salir del estado de Chicago debido a sus cargos por lesiones graves. Pero nada les impide continuar con su creación, que espero ansiosamente cada quince días.


Mi boceto para el rediseño de Sambo, del cual entiendo tomaron "prestados" algunos elementos