martes, 17 de enero de 2012

El Cartoonero: Mandel, el opositor universal (Fierro 63)

Tradicionalmente se ha dicho que el humor político debe ser un humor de oposición: El humor siempre ha sido una herramienta crítica contra los gobernantes de turno. Sin embargo, como bien señaló alguna vez Alejandro Dolina, es posible hacer “humor político oficialista”, lanzando pullas contra la oposición. Pero pocos humoristas debieron ejercitarse en estos mecanismos como Aaron Mandelbaum (más conocido como “Mandel”), el creador de la celebrada tira norteamericana “Really!” (“¡Realmente!”).

Corría el año 1977 y algunos vientos de cambio se percibían en la política estadounidense, cuando el demócrata Jimmy Carter fue electo rompiendo más de una década de hegemonía republicana, incluyendo los infames tiempos de Richard Nixon. Carter intentó desde su gobierno luchar por los Derechos Humanos, lo que despertó grandes simpatías entre el progresismo yanqui.

Mandel ya había logrado cierto éxito con su tira, protagonizada por un ex-profesor de física devenido en heroinómano llamado Willliam W. Really, desde donde lanzaba sarcásticos dardos contra el establishment, y no fue la excepción: En su historieta comenzó a criticar a los sectores de derecha que rechazaban la política de derechos humanos de Carter (a lo largo de toda una serie donde el drogadicto Really estaba convencido de que un boy scout quería torturarlo). Mandel incluso fue invitado a la Casa Blanca y sus fotos junto al Presidente recorrieron los principales medios.

Esto le valió la crítica del humorista Al Capp, conocido por sus posiciones de derecha, que advirtió sobre los peligros de coquetear con el Poder. La crítica de Capp hizo reflexionar a Mandel, y decidió no ahorrarse “palos” contra el gobierno demócrata, ahora atacando duramente la ineficiencia económica de la administración Carter.

Ante este vuelco, el humorista Garry Trudeau escribió una carta pública donde acusaba a Mandel de “recalcitrante” y de haberse vendido al Partido Republicano. Mandel reaccionó volviendo a criticar a la oposición, cuidando al mismo tiempo de no dejar de criticar a Carter, pero fue inútil: simpatizantes de ambos partidos acusaron a Mandel de “no querer comprometerse políticamente”. Para demostrar lo contrario, Mandel decidió afiliarse al izquierdista Labour Party y a bajar línea política (muchas veces transcripta literalmente de la plataforma del partido) desde su tira. Fue entonces que varios sobrevivientes del movimiento Underground, con Robert Crumb a la cabeza, criticaron a Mandel por haber caído en “la trampa de los partidos políticos”.

Un humorista desorientado

Mandel entró en una profunda crisis personal y espiritual. Su tira se volvía cada vez más oscura y nihilista, hasta que “Los odio a todos por igual”, aplicado a partidos políticos, movimientos sociales, empresarios, deportistas, artistas y colegas se convirtió en el lema de la serie. Entonces fue que varios intelectuales y referentes del cómic (de toido el espectro político) acordaron en que Mandel ya no era el de antes, y que criticar a todo el mundo era lo mismo que no criticar nada; el periódico de izquierda East Village Other publicó un dibujo de “Really!” en la tapa, explicando que la falta de mensaje de la tira demostraba el origen pequeño-burgués del autor y su absoluta falta de contenido ideológico.

Lo que nadie entendía era que el joven humorista padecía de una atroz dependencia afectiva patológica. El menor desacuerdo con sus seres queridos lo sumía en terribles depresiones. A través de su profesión había logrado canalizar este padecimiento, utilizando feroces críticas contra determinados sectores para ganarse el aplauso de sus opositores; así, la confrontación era en realidad un medio para sentirse querido, admirado y sobre todo aprobado (un método en realidad más frecuente de lo que parece).

Sin embargo, esta vez sus ataques indiscriminados contra el resto del Universo sólo le valieron el odio y el rechazo este mismo Universo al que él insultaba (¡Algo completamente inesperado!). Con su ego hecho trizas por la desaprobación universal, completamente desorientado, sin saber si ponerse de éste lado u otro y totalmente huérfano de aliados, convirtió su tira en un vehículo de autodegradación. Ahora los gags de “Really!” iban dirigidos contra sí mismo, revelando al mundo sus peores miserias y debilidades.

Lamentablemente este recurso fue duramente criticado por su psiquiatra, quien le recriminó con disgusto que su tratamiento parecía haber retrocedido años y años. Esto fue demasiado para Mandel, que decidió abandonar el dibujo y dedicarse, sorpresivamente y sin ningún tipo de experiencia previa, al boxeo (¿). Poco se sabe de la carrera boxística de Mandel, excepto que cuenta con un 100 % de derrotas por K.O., récord poco feliz pero que lo ha convertido en uno de los boxeadores más queridos por sus contrincantes.


Una viñeta de "Really!" que deja entrever el torturado mundo interior de Mandel

3 comentarios:

Antonio dijo...

No conocìa a este hombre.

Era realmente asì?

Hay de todo en las viñas del señor!

Saludos

Rne dijo...

También se puede citar el caso de Mauricio Goldfarb, perseguido tanto por Perón como por la Libertadora, pobre muchacho. Finalmente se dedicó al dinenti de forma profesional, aunque no obtuvo grandes resultados.

Luciano dijo...

¡Genial!
Y la viñeta, imitando el estilo de tiras norteamericanas de las de antes.